En pleno corazón de Cariñena, tierra de vinos con historia, se esconde un restaurante que ha sabido ganarse un lugar en la agenda gastronómica nacional. La Rebotica, dirigido por la chef Clara Cros, es mucho más que un espacio para comer: es una casa de sabores aragoneses reinterpretados con respeto, creatividad y un toque de modernidad.
El nombre no es casual. El local se levanta sobre lo que fue una antigua farmacia del siglo XIX, y aún conserva la esencia de aquel lugar de remedios, con muros gruesos, recovecos acogedores y un ambiente íntimo que invita a la conversación pausada.



Hoy, la “medicina” que allí se dispensa es otra: platos que curan el alma a través del producto local y el mimo en cada receta.
Una carta que honra el territorio
La propuesta culinaria de La Rebotica se inspira en el recetario aragonés y lo adapta a los nuevos tiempos. Su lasaña de morcilla y setas se ha convertido en un icono, capaz de sorprender tanto a locales como a viajeros. Las borrajas con patata, el tajo bajo de Ternasco de Aragón asado, o el bacalao gratinado con ajo tostado son ejemplos de esa cocina que combina raíces y evolución.



Los postres tampoco se quedan atrás: desde una clásica tarta de queso hasta un refrescante sorbete de vino Chardonnay, todos ellos pensados para poner un broche dulce a la experiencia. Además, cerca del 85 % de la carta está adaptada para personas celíacas, un detalle que refuerza la vocación inclusiva del proyecto.
Reconocimiento y autenticidad
El trabajo de Cros y su equipo ha sido reconocido por la Guía Michelin, que distingue a La Rebotica con la categoría Bib Gourmand, símbolo de una cocina de calidad a precios razonables. Un logro que no sorprende a quienes se han sentado a sus mesas: la combinación de producto de cercanía, técnica cuidada y servicio cercano es la mejor receta para fidelizar comensales.


Un lugar con alma
Visitar La Rebotica es también sumergirse en un ambiente familiar y hospitalario. La calidez del equipo, la decoración que rinde homenaje a su pasado y la posibilidad de maridar cada plato con vinos de la Denominación de Origen Cariñena hacen que cada comida se convierta en una experiencia completa.

Particular: el vino de autor que reivindica Cariñena
En las tierras secas y soleadas de la Denominación de Origen Cariñena, Bodegas San Valero ha creado un vino con nombre propio que aspira a contar su historia a través de la copa: Particular. Más que una etiqueta más es un proyecto de identidad, territorio y carácter.
El “Particular” nace como una línea de vinos de autor buscando rescatar lo esencial del viñedo aragonés, el alma de la Garnacha cultivada en terrenos de Cariñena. La bodega lo define como “el vino de la familia, el vino que sabe a piedra, a nube… a muchas puestas de sol”
Dentro de la gama, destacan dos expresiones muy valoradas:
- Particular Garnacha (Viñas Centenarias): elaborado con uvas de viñedos centenarios, producciones limitadas y crianza controlada.
- Particular Garnacha (joven): versión más fresca, directa, con menos paso por barrica, que busca reflejar la fruta y expresividad del clima local.

La añada 2018 del Particular Garnacha Viñas Centenarias ha sido ampliamente reconocida por su calidad y elegancia, y la marca utiliza este vino para reforzar su imagen en el panorama nacional e internacional.
- Mayor complejidad aromática: especiados, tostados, fruta más madura.
- Más estructura en boca, capaz de aguantar crianza y evolucionar.
Además, a nivel simbólico, este vino refuerza la narrativa de “vinos con territorio”: “cada añada tiene que contar de dónde viene, qué clima la marcó, qué suelo la alimentó”.
En Francia, cuando se habla de vino, no se empieza por la uva ni por la bodega: se empieza por el terroir. Es decir, por el territorio, el suelo, el clima, la orientación de los viñedos y la cultura agrícola que los rodea. Allí, el consumidor medio distingue sin dificultad entre un Chablis, un Sancerre o un Pomerol, no tanto por las variedades de uva que contienen, sino por lo que esos nombres evocan: una identidad ligada a un lugar concreto.
En España, la situación es diferente. Aunque contamos con una riqueza vitivinícola envidiable —más de 70 Denominaciones de Origen y una diversidad de climas y suelos extraordinaria—, el relato dominante ha girado durante décadas en torno a las variedades (Tempranillo, Garnacha, Albariño…) o a grandes marcas de bodega. El territorio ha quedado, muchas veces, en un segundo plano.


El valor del territorio
Un vino con territorio no solo cuenta cómo sabe, sino de dónde viene y por qué sabe así. Explica que una Garnacha vieja de Cariñena no es la misma que una Garnacha del Priorat o de Gredos, aunque compartan genética. Es el suelo pedregoso, la altitud, el viento o la insolación lo que marca la diferencia.
En regiones como Cariñena, Calatayud, Priorat, Bierzo o Ribeira Sacra, pequeños productores están reivindicando el origen como principal argumento de valor. Vinos como el Particular de Cariñena, las Garnachas de Gredos o los proyectos de viticultura heroica en Galicia y Canarias ponen en primer plano el territorio, no como fondo, sino como protagonista.
En tiempos en los que muchos restaurantes buscan brillar por lo efímero, La Rebotica apuesta por la permanencia: por seguir siendo un lugar donde el sabor, la memoria y el territorio se sientan en la misma mesa.
#pueseso
Lo que nos ha gustado:
- Su lasaña de morcilla y setas
- Un ambiente familiar y hospitalario.
- Su relación calidad-precio, en especial el vino.
📍 Datos básicos
- Nombre: Restaurante La Rebotica de Cariñena
- Dirección: Calle San José, 3, 50400 Cariñena, Zaragoza
- Teléfono: 976 620 556
- E-mail / contacto: larebotica@gmail.com

