Aprovechando la culminación de las diferentes fases de este periodo de confinamiento provocado por el Covid 19, no quisimos dejar pasar la oportunidad de volver a visitar este clásico restaurante cántabro.
Bodega del Riojano es un restaurante en centro de la ciudad de Santander, en pleno casco viejo de la ciudad. Situado en un edificio antiguo y con una gran personalidad que se desprende desde el mismo momento que atraviesas la puerta, un sello indiscutible. Toda su decoración basada en las viejas bodegas, donde además de suelo empedrado y vigas de madera, tenemos una colección de tapas de toneles de vino, decoradas por diferentes artistas que forman parte de la colección Museo Redondo.
Como en las buenas ocasiones, el gran problema llega cuando debemos elegir, en especial, cuando hay tantas tentaciones tales como:
Jamón Ibérico de bellota cortado a cuchillo, cecina de Astorga aliñada, quesucos cántabros, ensalada de bacalao con “pil-pil” de aceitunas, ensalada de burrata con tomates cherry asados, pesto y pipas, anchoas “Catalina”, pastel cremoso de cabracho con salsa tártara, etc. etc. todo ello solo como maravillosos entrantes.
De otra parte, también se puede degustar platos clásicos de la casa como caracoles guisados a la riojana, cachón guisado en su tinta, pimientos del piquillo rellenos de carne, y del mar, merluza del Cantábrico con emulsión de sopa castellana, bacalao con salsa de tomate, pochas estofadas con calamar y siempre tienen un plato de cuchara del día.
En esta visita de RE-encuentro aplicamos el criterio “sin riesgos” decantándonos por la ensaladilla, increíble, como siempre, además de la cocción en su punto, la presentación que le dan unas “gildas” y unas huevas de salmón, aportan el contraste moderno perfecto.
Por cierto, para quien lo desconozca, se llaman “gildas” porque cuando se bautizaron de esa forma, el personaje de Rita Hayworth tenía escandalizada a la sociedad de la época por estar muy lejos de la idea de mujer que se tenía entonces en España, la banderilla recibió el nombre de Gilda porque era: verde, salada y un poco picante 😉
Como no teníamos la opción de su famosa Tortilla de callos (solo se prepara en el servicio de noche), nos decantamos por unos espárragos naturales y bocartes rebozados. Los espárragos, cocidos en su punto y acabados en plancha, mantienen su jugosidad perfecta. Los bocartes, estamos en la temporada exacta y aunque están ricos en vinagre, fritos o a la cazuela, siempre rebozados son el plato estrella.
Con el plato principal nos vino la duda ¿cogote de merluza fresco, steak tartar o arroz con chipirones?
Ganó el arroz por aclamación, servido cremoso y con el sabor perfecto de los chipirones, dejando como asignatura pendiente volver para degustar su “steak tartar”.
Y para finalizar con un toque dulce, tienen una buena variedad de postres caseros, el flan de huevo o la crema de limón de novales… bueno y el sobachon (ideal para compartir) o el helado de quesucos, todos ellos …están extraordinarios.
Bodega:
- Can Sumoi – Blanco – Penedés (recomendación de Borja) 100% Xarello. Sorprende.
- Calzadilla Allegro 2012 – Tinto – Cuenca (excelente recomendación de Borja) 100% Syrah. Elaboración artesanal, no deja dudas.
Borja López es un magnifico sumiller, que atiende en la casa de forma magistral.
A todo el restaurante (acogida, comida, servicio, bodega, etc.) solo le podemos poner una pega, aunque eso sí, de momento han resuelto con las restricciones, siempre tiene mucha afluencia y provoca que el volumen acústico en general del comedor principal, sea alto y ahora estábamos entre amigos lo cual favorece mucho, las buenas conversaciones y sobremesas agradables.

Salud y una “pizca” de suerte 😉
